Hoy quiero compartir con ustedes uno de esos momentos que, aunque parecen "bonitos" en la superficie, en realidad marcan un antes y un después. Aquel día, en la ceremonia de entrega de certificados de alemán de mi colegio, la emoción era palpable. Estaba increíblemente nervioso, con el corazón latiéndome a mil por hora mientras esperaba mi turno. Pero a pesar de los nervios, ya sabía exactamente lo que iba a escuchar: "¡Iñaki Velázquez, B1 en alemán!". Y sí, cuando finalmente lo pronunciaron, fue un subidón increíble y no pude evitar dejar caer unas lágrimas de pura emoción y alivio.
Este certificado, este nivel B1, no es solo un papel. Es el resultado de mucho esfuerzo, de incontables horas de estudio y de esa pizca de locura por dominar un idioma tan fascinante como el alemán. Este logro representa mi dedicación y mi compromiso en el colegio alemán, y estoy inmensamente orgulloso de lo que he conseguido.
Aquellos de ustedes que estuvieron presentes en la ceremonia, sabrán que estas palabras las dije con el corazón en la mano, y espero que les hayan sacado algunas lágrimas a todos, porque para mí fue un momento verdaderamente profundo. Este momento ha marcado mucho en mi vida. Más allá de la satisfacción personal, sé que abrirá puertas y me brindará oportunidades laborales que antes parecían inalcanzables. En un mundo cada vez más globalizado, dominar un segundo idioma, especialmente uno tan demandado, es una herramienta invaluable.
Así que sí, fue un momento bonito en el mejor de los sentidos, lleno de alegría, nervios, lágrimas y la confirmación de que el trabajo duro siempre rinde sus frutos. ¡A por más metas y más idiomas!